Traduciendo los sentimientos

miércoles, 21 de octubre de 2015

ENSUEÑO

Se abrió la puerta y llegaron, con su niñez a cuestas, con sus ojos brillantes llenos de inocencia, con su pelo sudoroso oliendo a hierba del parque, con sus rodillas heridas por el juego, con su boca jugosa e impaciente proclamando mi autoría de madre.
Se cerró la puerta y se hizo el silencio más absoluto. Habían crecido tanto que su vida les pertenecía solo a ellos.
El vocablo "mamá", sin embargo, quedó suspendido del aire, atrapado quizá en aquella vieja telaraña que nunca limpio para que no se pierda su eco.
Mamá, mamá, mamá.

martes, 20 de octubre de 2015

DEL NORTE O DEL SUR

Cayó el muro y por fin pudieron reencontrarse. Se acariciaron y cuando sus manos recorrieron los rostros casi olvidados, se dieron cuenta de que ya no eran jóvenes, al contrario, los veintintantos cuando las separaron estaban tan lejos que lloraron amargamente sintiendo que ningún milagro podía devolverles el tiempo.
Lloraron también de alegría al saber que nada, solo la muerte, podría separarlas de nuevo.

lunes, 12 de octubre de 2015

POR FIN EL OTOÑO

Con sus hojas expuestas, mis plantas esperaban la lluvia. Con mis poros abiertos, yo esperaba la lluvia.
Se anunció a bombo y platillo dos días antes, sin embargo, se diría que hubiera perdido el tren  que la condujera hasta este punto de la península, pero no, menos mal, a eso de las ocho hizo su aparición, con retraso como las estrellas de cine más encumbradas, como las novias más remolonas, como el músico que después de una larga trayectoria siente miedo escénico.
Llegó rodeada de una corte de nubes que la noche había disfrazado de bruma pero no pasó desapercibida. Llegó y según contaron, vino para quedarse unos días. Se quedaron en silencio las cigarras y las hormigas fueron a refugiarse en sus cuevas, todos presintieron la llegada del otoño menos los escarabajos que, desorientados, vagaban por la carretera sorteando vehículos.
¡Qué bien! ya siento como mis átomos y mis moléculas vibran entusiasmadas con el cambio.
¡Por fin el otoño! ahora nuestros besos quedarán arropados por las mantas y viviremos el tiempo del amor de colores ocres y aroma a castaña asada.

jueves, 1 de octubre de 2015

OCTUBRE



Ahí estaba el mar, imponente, inmenso, grandioso y azul. Ahí estaba y me dijo, cuando se acercó hasta mis pies, que me estaba esperando.
De haberlo sabido antes hubiera corrido a su lado en vez de quedarme cada tarde sentada detrás de la ventana viendo como las hojas se despiden de la vida mientras el viento ululante llena de inquietud mi corazón.
Con una caricia plena de sal se unió a mis lágrimas y las deshizo en su abismo.
No llores, me dijo, no estés triste, mírame a mí que cada día vuelvo a la orilla buscando una roca que me acoja y a veces tengo que irme sin encontrarla.
Elevé mis ojos y vi como la línea del mar se confundía con el horizonte, tan inaccesible a veces y tan cercano otras.
Como la vida que nos trae y nos lleva a su antojo, así el mar se despidió. Poco a poco lo vi alejarse de la orilla, pero en una última envestida salpicó mi rostro y me hizo reír.
Volveré mañana, susurré.