Traduciendo los sentimientos

domingo, 9 de octubre de 2016

AMANECER

No hacía falta abrir los ojos para sentir que estabas a mi lado. Las sábanas destilaban el olor a galleta dulce que tanto me gusta y que solo está presente cuando nuestros cuerpos intercambian amor.
No hacía falta abrir los ojos para saber que un día radiante se abría paso entre los blancos visillos de la alcoba.
No hacía falta abrir los ojos para ver el verde de los geranios en el alfeizar de la ventana.
Abrimos los ojos y nos miramos, estábamos tan cerca el uno del otro que podía asomarme a los tuyos y sentir como tú penetrabas mi alma.
El tractor, enfilando hacia el campo trató de sacarnos de nuestro letargo de sábado pero nuestra música es más potente que cualquier ruido callejero. E
ntrelazados, seguimos durante un rato contemplando el nuevo día con las pieles fundidas.

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