Traduciendo los sentimientos

miércoles, 18 de mayo de 2011

TÚ Y BECKER PERO SOBRE TODO TÚ

Elevé la copa emulando nuestro brindis y me detuvo el color intenso y púrpura del granate que oscilaba con la luz y se hacía inmenso. Humedecí mis labios registrando cada nota de sabor, para imprimirla en tus labios con un beso de frutos rojos y madera de barrica de cuatro años. Con la vista en un punto que atravesaba la atmósfera recorrí todas las instantáneas de nuestra historia, tú sosegado y con sonrisa franca calzándome las alas que me dieras el día que nos reunió el universo. Yo impaciente por probarlas, rodeándote el cuello con mis brazos, deshaciéndome en el agua de tus besos.
Podrá en el sendero del tiempo abrirse la boca de un volcán y arrollarnos en el devastador suceso. Podrá embestirnos un terremoto y cambiar a la tierra su pulso girándola en el sentido inverso. Podrá el sol negarnos su luz de vida y la luna persistir en su cara oculta y su fase nueva. Podrán no atravesar el cielo más estrellas fugaces y llenarse nuestros ojos de lágrimas y ausencia, pero tu y yo tendremos creciendo siempre en el alma una brizna verde, la que tejió la enredadera enamorada, día a día, beso a beso, colmada de semillas engendradas en el devenir de los días mientras caminamos en la misma dicha, mientras nos arrullan los mismos sueños.

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