Traduciendo los sentimientos

jueves, 22 de marzo de 2012

EL HOMBRE Y LOS ELEMENTOS

 Con el periódico entre las manos y sus gafas a la altura de la nariz dejando ver la profundidad del agua en sus ojos más templados y cálidos que el mar que reflejan, su mar, el que adoptó y del que se enamoró desde el día en que lo viera por vez primera, no piensa en nada o quizá se agolpan muchas ideas, tantas, que ninguna acaba tomando una forma definida.
Hoy no llueve y quizá debiera ser preocupante, sin embargo, está feliz de sentir el sol calentando su rostro a través del ventanal de la cafetería que frecuenta.
Muchas personas van y vienen y detrás de cada una, una historia. La mayoría de las veces el rostro, en el anonimato, no refleja lo que en realidad vive, pero él, esta mañana, parece y está feliz. ¿Qué hay más especial que sentir como tu corazón demanda vida?
El maestro, el poeta, abandonó el periódico sobre la mesa, la luz sobre las olas le hacía guiños de complicidad. El no podía vivir ya sin su mar y su mar anhelaba verse cada día en el espejo de sus ojos.

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