Traduciendo los sentimientos

martes, 27 de marzo de 2012

Y SUS OJOS SE CONTAGIARON DE ATMÓSFERA

Apartó la cortina y cuando abrió la ventana vio el cielo cubierto de nubes, sin embargo, se resistió a cerrarla por si un rayo de sol aparecía y no estaba para recibirlo. Mientras esperaba, garabateó en un papel un nombre masculino, apoyó sobre él su boca de coral y dejó a su alrededor lo que parecía una guirnalda de flores brillantes. Traspasó el nombre con sus pensamientos, lo acogió en el hueco que normalmente ocupaba su corazón y este respondió acelerándose hasta el punto de hacer vibrar los cristales de la ventana. Se estremeció porque le pareció que un terremoto la sacudía pero se asustó aún más al sentir que el rugido provenía de su interior. Una vez se hubieron conocido, el nombre y su corazón, se acoplaron de tal modo en el espacio que la tormenta cesó en el cristal, sin embargo, dentro de su cuerpo la sangre galopaba sin descanso, miles de chispas y un dub lup peculiar y desconocido, la recorrieron de parte a parte. La energía que el proceso desprendió fue tal que las nubes alertaron al sol de que algo magnífico estaba sucediendo en aquella casa de ventanales floridos. El sol se vistió sus mejores galas y se posó con suavidad sobre su rostro poniendo de manifiesto que sus ojos estaban contagiados de atmósfera, la humedad había llegado a su punto de saturación en el aire provocando el desbordamiento de sus lacrimales. La inundación tenía el color ambarino del ópalo al atardecer, cuando, reflejando el azul del agua, es atravesado por un haz de luz del astro rey.

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