Traduciendo los sentimientos

lunes, 13 de enero de 2014

DETERMINACIÓN

Había pasado tanto frío en aquel paraje inhóspito que casi no recordaba la sensación que producen los rayos de sol sobre la piel desnuda.
Agazapada bajo un árbol, aspiró el aire en una bocanada profunda, aire helado que, sin embargo, puso fin a la desazón que la incendiaba por dentro. Miró las pisadas sobre la nieve y con una decisión impropia por lo olvidada, abandonó su mochila y giró sobre sus pasos.
 Tomó un nuevo camino para el regreso, un sendero desconocido a sus sentidos y comprobó que la nieve se hacía cada vez más blanda para, en pocos minutos, desparecer bajo sus pies desnudos  dejando ver un suelo, prieto,  oscuro, colmado  de vida. Oyó tras de sí,  que una voz reverberaba en el bosque gritando airada su nombre. En otra ocasión se hubiera vuelto asustada, hubiera corrido hacia ella tratando de impedir que los gritos provocaran el alud que amenazaba día tras día con tragárselos a todos.

Hoy, no mutó su rostro ni cambió su paso. Después de mucho tiempo se sintió libre y, decidida, se alejó del rastro que durante mucho tiempo había frenado sus pasos. La culpa quedó enterrada para siempre en la nieve.

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