Traduciendo los sentimientos

martes, 24 de septiembre de 2019

LAS GAFAS DE LA NOSTALGIA


Me las acercó y me invitó a que me las pusiera. Sus gafas de montura y cristales, rosa. Pequeñas y estrechas para mi cráneo. Me llevó hasta la orilla de la mano y nos sentamos muy juntas, esperando que una ola nos trajera espuma y arena a partes iguales. Entre tanto, cantábamos. Miré al horizonte y mis ojos detrás de aquellos cristalitos rosáceos, se impregnaron del vapor de la nostalgia, y vi, nítidamente, que no muy lejos, otros rostros sonrosados, salpicados de vida y de sal, me habían colmado de dicha.
 No me hacía falta el espejo para ver, que atravesada por la flecha imparable del tiempo, me dolía de las heridas y las culpas. Pero su voz impaciente y cantarina puso fin al túnel del pasado, anunciándome lo que ambas esperábamos; una ola que nos tambaleó por dentro y por fuera. Las gafas salieron despedidas y las dos miramos cómo se alejaron para luego volver a la orilla. Como mis recuerdos, como la vida. La tomé en mis brazos y mi beso transcendió el presente. El suyo tenía el sabor de la dicha. Nos miramos y supimos que las conexiones especiales son inmunes a la distancia y al tiempo.

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