Traduciendo los sentimientos

jueves, 3 de febrero de 2011

NOCHE DE LUNA ESCONDIDA

Hoy que es jueves, día en el que muchos terrícolas salen a tomar copas y a bailar, las estrellas se ponen su traje de gala a tientas porque su gran espejo lunar no está en el firmamento y es que la luna tiene esas cosas, de vez en cuando desaparece unos días ¿a dónde irá? A decir de todos está ahí como siempre pero yo no me lo creo porque cuando está, su presencia es notable ¿cómo podría camuflarse algo de semejante tamaño y que encima desprende esa luz? También dicen, las malas lenguas, que no es su propio brillo, que el sol tiene un pacto con ella y que han comerciado con el tiempo y con la luz: si el está cansado ella sale a relevarlo, eso sí, a cambio tiene que dejarle parte de su brillo a ella. Ese es el pacto.
Si fuera así de verdad, no me explico entonces porqué cuando la luna no está, el sol no se queda porque en esos momentos ¿dónde queda lo pactado?
Yo creo que es la envidia de algunos astros de poca monta que han ideado esa leyenda urbana para que nunca nos enteremos de la verdad. Después de muchas observaciones, anotaciones y análisis he llegado a la siguiente conclusión.
El sol y la luna caminaban por separado. El sol, al principio era afable y cariñoso pero desde que se enteró que todos los planetas giraban a su alrededor se volvió tan engreído que dejó de hablarles porque los consideró inferiores a él. Ocupado en peinar su rubia cabellera y en mantener su energía a base del combustible interno, se aisló tanto que cuando los demás lo invocaban era para obtener un beneficio de él, relaciones de interés.
Por su parte, la luna que era una insegura desde que se plantó en el firmamento, se empeñaba en ocultar su rostro alegando que tenía más acné del que correspondía a su edad. Lo único que hacía era dar vueltas y vueltas alrededor de un planeta, para no encontrarse con nadie, para seguir sumida en sus cavilaciones. Le encantaría tener puntas como una estrella o anillos como algunos planetas, o una cola larga y brillante como los cometas o simplemente pasar rápida y en un momento como las estrellas fugaces. Quería tantas cosas que no se parecían nada a lo que en realidad tenía que estaba siempre ofuscada con lo que a veces engordaba y se llenaba y otras dejaba de nutrirse y adelgazaba tanto que no abultaba más que una uña.
Un día en el que el sol estaba aburrido de peinarse asomó su cara para ver que sucedía a su alrededor, casi se marea al ver tanto tráfico planetario, así que decidió fijar la vista en un punto para no perder el equilibrio, en ese momento la vio, ella estaba haciendo su baile acompasado y giratorio y sólo se percató de que era observada cuando sintió más calor del habitual y decidió pararse un momento para ver qué sucedía. Se le nubló la vista cuando elevó sus ojos y sintió arder sus pestañas. Sonrojada apartó la mirada y trató de seguir como si nada hubiera pasado pero con el nerviosismo que produce el amor a primera vista, se confundió y pretendió girar en el sentido contrario. Tal caos se formó en ese momento que los vientos y las mareas asolaron el planeta, gracias a Dios, sin consecuencias trágicas. Ella recibió un aviso y por su cambio de paso y su movimiento decidido se diría que se había repuesto de tal sacudida.
Ah, craso error amigos porque por mis dotes adivinatorias pude entender que no pasaron muchos días antes de que el sol volviera para verla, pero esta vez cruzaron más que miradas. Fue la primera vez según he podido calcular que la luna desapareció unos días pero lo más curioso es que el sol estuvo también ausente... un eclipse, dijeron, un eclipse de sol, que se pone la luna en el medio, entre el planeta y el sol. ¿Así llaman ahora a las fugas entre enamorados?¿Eclipses?
Desde entonces y aunque parece que hacen turnos, hay semanas en las que luna deja su sitio preferente en el cielo estrellado y no hay caso, ni leyendas urbanas, cuando el sol no está y la luna tampoco, lo podrán llamar eclipse o lo podrán noche de luna nueva pero yo lo que creo es , que los dos están juntos descubriendo otros mundos más allá de los brazos de la espiral que cada día nos mece.

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