Traduciendo los sentimientos

lunes, 7 de marzo de 2011

ALGUIEN SABE DECIRME

Que alguien me diga porqué a veces los días se eternizan, se suspenden de la atmósfera húmeda, irrespirable y no avanzan.
Que alguien me diga porqué todo se detiene y permanece inmutable a pesar de que la luz y la oscuridad se suceden.
Que alguien me diga porqué aunque me asome a la ventana mil veces, otras mil encuentro tedioso e inamovible el paisaje, aunque minutos antes haya escuchado el alegre griterío de los niños en el parque y más tarde el ladrido de los perros que dislocados emprenden una carrera inacabable de un lado a otro del cuadrilátero que les sirve de expansión en la tarde.
Que alguien me diga porqué a veces, en mi interior no hay hambre, ni sed, ni surgen los sueños aunque todos los días cocino y como, aunque las botellas de agua se agotan, aunque cuando me despierto hay una frase en mi boca que no acaba de salir y juega con las palabras: hoy he soñado que...
Que alguien me diga porqué a ratos, los días giran en torno al mismo pensamiento, que me absorbe, que me llena, que me impide tener otros, que me aparta de los amigos, que me dificulta la conversación, que estrangula mi garganta y pone una sonrisa invertida en mis ojos.
Que alguien me diga porqué esos días tengo la sensación, de ser tonta e inmadura, de no valer lo suficiente, de ser culpable aunque no haya culpas.
Qué alguien me diga porqué paseo de un lado a otro de la casa como si al moverme pudiera mover el universo, agitarlo, provocarlo para que me de una respuesta, para que me envíe una señal pero... ¿sólo hallaré la señal de Jonás? Me paro entonces, en seco, me siento e intento apaciguar el alma y la mente, que mi corazón vuelva a latir tranquilo, que la culpa se vaya y que los perros ladren y se junten con los niños en su mundo de movimiento.
Que alguien me diga porqué, llegado este punto en el que me doy cuenta de que no puedo controlar todo, de una forma casi natural y sin aspavientos, recupero la posición y la dignidad de mujer transitoriamente enajenada y sentándome delante del ordenador tecleo una historia, una opinión, un relato, un cuento... hoy, un sentimiento, mejor dicho, una sensación basada en... basada en NADA basada en ... ¡qué alguien me diga en qué se basa! porque yo, por muy tranquila que esté ahora tecleando sensaciones, no acierto a comprender, que me sacó de la paz más absoluta y que me devolvió a ella después de haberme sacudido en un momento en que todo estaba quieto e inmutable. ¿Será que hay que establecer un equilibrio y cuando nada se mueve ahí fuera hemos de ser zarandeados para compensar? Que alguien, si sabe, me diga el porqué.

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