Otro día precioso, lleno del sol con el que siempre me obsequias. Las calles de un tinte medieval nos trasladan a tiempos de armaduras y halcones. Sumergidos en la muchedumbre, sentimos solamente la tibieza de nuestras manos unidas.

Pajaritos de agua que reclaman mi atención, pulseras de cuero y piedras mágicas, péndulos y runas, zapatillas de lana y pendientes de resina, velas de cera virgen y sándalo de rosas, quesos y pasteles marroquíes, lámparas de sal y coloridos pañuelos.
Avanzamos sin perdernos, enredados en la piel y en el cabello. Me miras interrogándome:
De todo lo que hay, lo único que quiero son los besos que están pronunciando tus labios.
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