Sobrevoló varias veces el vaso. No cayó antes porque no la dejaron. Se posó en el borde justo en el momento en el que el cristal se inclinaba hacia la boca del comensal. No pudiendo guardar el equilibrio cayó en picado contra el líquido sanguino. Un dedo oportuno la sacó en el segundo en el que empezaba a perder la fuerza de sus minúsculas alas. La depositó con cuidado sobre la mesa y se aseguró de que un rayo de sol tocara su cuerpecito insolente, observando minuciosamente la evolución del temerario insecto, siendo testigo de primera mano, de su recuperación casi instantánea.
Eso sí, el vuelo emprendido llevaba una trayectoria ...más que sinuosa, espiral y poco planificada.
Eso sí, el vuelo emprendido llevaba una trayectoria ...más que sinuosa, espiral y poco planificada.
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