No era una tortilla cualquiera, en cada patata había incrustada una emoción: una lágrima, una sonrisa, una petición, un pensamiento, un recuerdo, un abrazo, una caricia, una mirada, una súplica, un dolor, una alegría, un temor, una satisfacción, una inseguridad, una danza, un bostezo, una palabra, un silencio.
No era una tortilla de patatas cualquiera. Llevaba tres años de amor batidos enérgicamente y había sido cuajada a fuego lento, al calor del corazón.
No era una tortilla de patatas cualquiera. Llevaba tres años de amor batidos enérgicamente y había sido cuajada a fuego lento, al calor del corazón.
1 comentario:
Alguien me dijo una vez que el verdadero secreto estaba en cocinar con cariño.
1 besote, tó pa ti sola, de un admirador de tus relatos.
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