Traduciendo los sentimientos

jueves, 20 de noviembre de 2014

OXÍGENO

Me miró, pero no vi nada en sus ojos, o al menos no vi nada que me motivara, nada que reconociera. Luego me pregunté si era yo y sí, era yo, que por fin había crecido. Ya no me preocupaba haber errado cuando me preguntaron cuántos lados tiene un triángulo y no me importaba que la maestra me hubiera pegado por no haber entendido como se hacían las raíces cuadradas. Pasé de los kilos de más porque me sentía más ligera y más guapa que nunca. Había oxígeno en mis pulmones, qué más se podía pedir, inspirar y sentir que casi puedes elevarte. Espirar y dormir.

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