Traduciendo los sentimientos

domingo, 26 de abril de 2015

UN HOMBRE EN SU CAJA

Un hombre se perdió en su caja de ausencias, quería estar solo, que lo dejaran en paz, mirar con atención, las noticias, los deportes. Estar tranquilo, quería.
Su mujer se afanaba en hacerle partícipe de su vida, en compartir con él sus pensamientos y sus vivencias, en reír y bailar con él, en disfrutar de su compañía.
Un día, aprovechando la situación, otro hombre salió de su caja y se encontró con la mujer, que ansiaba una sonrisa y una palabra cariñosa.
La mujer pensativa, volvió a su casa y encontró la situación de cada día: su hombre perdido en su caja de la nada, ausente y despistado.
Se cansó ella de atraer su atención y un día, cuando estaba él más ensimismado, salió de la casa de puntillas, pero antes, cerró la caja con llave y tiró esta al interior de un pozo ciego.
Cuando el hombre quiso volver al mundo real se dio cuenta de que estaba encerrado, allí, en aquel lugar que tanto le gustaba y ahora, ya no tenía el mismo sentido. Gritó, aporreó y se desgarró la garganta antes de que un vecino viniera a sacarle de su encierro.
Cuando estuvo fuera se percató de que en la casa todo era silencio. Un silencio doloroso y oscuro.
Nunca más lejos de su pensamiento, perder a la mujer que amaba ¿O no?

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