Majestuosa, impertérrita, imponente y bella, se alzaba la montaña a ambos lados de aquella carretera parcheada. En su corazón pétreo latía la historia de los hombres, en ella se escondía la clave para evitar la autodestrucción, sin embargo, tanto paleontólogo, tanto palinólogo, tanto geológo, tanto curioso y nadie le preguntó.
Solo rascando no se consigue la sabiduría, parecía decir cuando se desmoronaba aplastando pueblos.
Impertérrita, bella, imponente y majestuosa, se alzaba la montaña que para ser materia inerte estaba muy viva.
Solo rascando no se consigue la sabiduría, parecía decir cuando se desmoronaba aplastando pueblos.
Impertérrita, bella, imponente y majestuosa, se alzaba la montaña que para ser materia inerte estaba muy viva.
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