Traduciendo los sentimientos

lunes, 25 de julio de 2011

AMANECIENDO CONTIGO

Me he despertado al escuchar mi nombre en tu voz, mi nombre, que no necesitas pronunciar porque antes de que lo hagas me llega, en ondas expansivas, el calor de tu llamada. He abierto los ojos y estabas mirando mi rostro que yacía quieto sobre la almohada. He sonreído al mirar los tuyos, con esa sonrisa amplia y franca que tan bien conoces, extendiendo mis brazos para estrecharte.
Tu cuerpo reposando sobre el mío ha jugado a encontrar la piel no descubierta y el mío ávido de tus caricias te ha mostrado el camino con pistas sonoras y de movimiento.
La dulzura y la pasión se han adueñado de la mañana y el sol perdiendo la timidez se ha hecho fuerte en el firmamento, dejando destellos como luciérnagas juguetonas y vibrantes sobre las sábanas almizcladas que presiden nuestro encuentro.
Me he mirado en tus ojos que miraban los míos y nos hemos perdido juntos en la profundidad del paisaje, una extensa carretera que se deshace entre bruma y flores cada vez que pienso en ti, cada vez que me siento viva en tu pensamiento.

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