Traduciendo los sentimientos

jueves, 21 de julio de 2011

MUJERES Y HOMBRES

¿En qué pensaría Penélope mientras que, tejiendo, esperaba a Ulises? ¿Se acordaría fielmente de su rostro? ¿Podría dibujar el contorno de sus facciones con la yema de sus dedos sobre la prenda? ¿Qué pensarían los que se le acercaban reclamando su atención mientras ella, día tras día, los rechazaba excusándose en lo laborioso de su tarea? Una mujer enamorada no piensa en qué dirán otros sobre su comportamiento, sólo actúa según los dictados de su corazón y está claro que quería esperarle indefinidamente, porque estaba segura de que volvería. Algo muy dentro de sí, intuición, esperanza o la templanza que da el amor es lo que la convertía en una mujer tranquila y segura del amor de Ulises.
¿Y Dalila? ¿Qué astucias utilizaría para conseguir el secreto de la fuerza de Sansón el nazareo? ¿Si estaban enamorados como se cuenta, si él cazaba para ella y ella lavaba sus largos cabellos poniendo todo su mimo en la labor ¿Por qué dejó que se lo cortaran? ¿Qué mujer que ama a un hombre lo lástima física o moralmente? Murió Sansón, según cuentan, en el templo de Dagón, cuando derribó sus columnas después de que Dios atendiera sus súplicas por recuperar las fuerzas perdidas. ¿Qué fue de Dalila? ¿acaso se convirtió en un ser abominado por traicionar la confianza del ser que la amaba?
Con Helena se armó la de Troya, todo porque Afrodita se la había prometido a Paris. Tendrás la mujer más bella del mundo si me eliges a mí, le dijo ella y ahí que Paris la eligió, prefirió la mujer bonita a ser invencible en la guerra o ser el soberano del mundo. Lo que él no sabía es que la mujer, Helena, estaba desposada con Menelao o si lo sabía le dio igual porque fue a por ella y aprovechando que el marido no estaba se la llevó consigo. Amor o no amor no se si fue pero venganza posterior hubo y mucha, todo por conseguir tener a su lado a la mujer más bella de la Tierra, por la que muchos pretendientes se enfrentaron, los mismos que luego acompañaron a Meneleo para infringir su venganza a Paris. Y ella, Helena, dicen que se enamoró de él a primera vista pero ¿cuánto les duró el amor? apenas una brizna de aire sopló más fuerte de lo habitual y todo se torno de un color sanguino.
¿Inconformismo?¿Envidia? ¿Lujuria? ¿Prepotencia? ¿Qué mueve a las personas o como en este caso a los hijos de los Dioses, a desear aquello que no tienen? Con Paris, Afrodita obtuvo su manzana y... hablando de manzanas... pero no, no quiero que el pensamiento se retrotraiga al pasado más pasado, no quiero llegar a los de la hoja de parra, que de ellos ya se habla mucho, pero es más de lo mismo, mujeres y hombres, hombres y mujeres.
Ginebra,se enamoró en el camino hacia la morada del Rey Arturo de Sir Lancelot, el hombre de confianza del rey, pero se casó con quien estaba pactado y al final, todos fueron infelices.
Volviendo al presente y dejando la mitología y las historias de caballeros a un lado me pregunto ¿Por qué hombres y mujeres seguimos cometiendo los mismos errores una y otra y otra vez?¿por qué no expresar lo que se siente cuando se siente?
Todo el mundo conocerá a alguien que le haya dicho: no soy feliz pero estoy cómodo y me asusta perder la estabilidad.
¿Qué estabilidad? ¿La de Menelao?¿La de Jinebra? ¿La de Sansón? ¿De qué sirven las cosas materiales que te rodean si día tras día te sientas frente a ellas y no puedes sacar una sonrisa de tu corazón? Si sólo sale una mueca, un rictus, en señal del cumplimiento de las funciones, como persona que comparte el espacio con otra, sin que haya intersecciones en el mismo, sin roces, sin caricias, con las palabras tiernas olvidadas, con los besos perdidos en las esquinas de los cuadros de flores descoloridas a causa del desamor.
De los retazos expuestos, me quedo con Penélope y Ulises, quizá porque piense que no es la distancia física la que rompe el amor si no la que se deriva de la incomunicación, la pereza y la acomodación. La que viene por esperar que el otro cumpla las expectativas que tu tienes, que haga lo que tú harías en cada momento, que diga lo que tú piensas que debería decir en esa ocasión, eso es, a mi juicio, lo que debilita una relación hasta la extenuación. Después, ya no hay más, el único punto en común es el entorno de un gris degradado.

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