Traduciendo los sentimientos

domingo, 27 de noviembre de 2011

UN BELLO ANTICIPO DE NAVIDAD


Hoy dejo la página en blanco para que una pequeña amiga se exprese. A ella le encanta escribir cuentos y a mi me encanta cómo los escribo, ella es Ángela y este es su cuento.


Faltaban algunos días para que llegara la Navidad. Mamá nos dijo que
teníamos que escribir la carta a Papá Noel para llevársela al centro comercial del barrio. Allí se encontraba sentado en un gran trono dorado y muchos niños acudían a él para entregarles sus cartas para pedirle deseos, sobre todo juguetes.
Mamá nos dijo, a mi hermano y a mí, que no pidiéramos demasiados juguetes. Éramos dos hermanos y teníamos que compartir los regalos. Empecé a escribir mi carta en mi habitación. Entonces a mí se me ocurrió la idea de pedirle algo muy especial: que se llevara a mi hermano con él, una “temporadita”, al Polo Norte. Allí se encontraría muy bien, rodeado por elfos y un montón de juguetes, y yo descansaría de sus tonterías, podría ver todo lo que quisiera en la televisión y no rompería mis juguetes. También podría pedir una lista muuuuuy larga de juguetes sin tenerlos que compartir con él. Cuando terminé la carta me fui a dormir, estaba muy cansada.
Era el día de Navidad, muy temprano por la mañana, me levanté para ver los regalos que nos había traído Papá Noel a mi hermano y a mí. Todos los regalos que había alrededor del Árbol de Navidad eran para mí pero ninguno para mi hermano. ¡Qué extraño! .Pregunté a papá y a mamá.
- ¿Dónde está Rafael?
- ¿Quién es Rafael? - dijo papá.
- ¡Rafael, mi hermano!
- Tú no tienes ningún hermano que se llame Rafael. Eres hija única.
- ¿Estáis de broma? Quiero ver a mi hermano Rafael. ¿ Por qué no hay regalos para él?
- Tú no tienes ningún hermano. Nunca has querido tener hermanos.
          ¡Mira cuántos juguetes! Todos son para tí sola.
- ¡Qué me importa! ¿Con quién voy a jugar ahora?  Con mi hermano
     lo pasaba muy bien jugando ¿Para qué quiero tantos juguetes? Es    
muy aburrido jugar sola.

Me fui en busca de mi hermano a su habitación, pero no era su habitación, era un “cuarto de invitados”, como lo llamó mamá.

Me sentía muy preocupada y echaba de menos a mi hermano, sobre todo pensaba en los momentos que el decía tonterías y me hacía  reír aunque yo estuviera muy triste. Tenías muchas ganas de verlo para jugar con él.
Quería con todas mis fuerzas que volviera a casa pero no sabía cómo hacerlo.
El cielo estaba todavía oscuro y vi una estrella fugaz. Recordé en ese momento lo que mi madre me había dicho alguna vez: si ves una estrella fugaz y pides un deseo, este se cumplirá. Cerré los ojos con mucha fuerza y pedí que mi hermano volviera a casa en ese mismo instante…

Alguien se echó encima de mí y me abrazó con mucha fuerza diciendo:
- ¡HERMANAAAAAAA! Es muy tarde,  ¡Despierta!. ¿Qué haces dormida todavía? Vamos a llegar tarde al colegio.
Me desperté asustada frotándome los ojos. Entonces me dí cuenta que había tenido un mal sueño. Abracé a mi hermano y le dije:
- ¡Te quiero mucho hermano!.
Me levanté y cogí la carta que había escrito a Papá Noel y la tiré a la basura. Escribí otra carta nueva en la que le pedía unos regalos para mí y para mi hermano. También le pedí el deseo de que no me separase de mi hermano nunca.
Y colorín colorado a mi hermano he recuperado. 

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