Traduciendo los sentimientos

domingo, 16 de marzo de 2014

MÚSICA Y LETRA

Se sentó delante de una página en blanco, la miró durante mucho, mucho tiempo, un tiempo que para ella, sin embargo, fue un segundo.
Sonaba tras de la página la Sinfonía Fantástica Opus 14.
La  música in crescendo y sus dedos quietos, inmóviles, fijos y fríos rozando las teclas sin presionarlas.
A su derecha la P, la L y la M y el oboe empeñado en destacar.
A su izquierda un pen drive de color naranja con forma de caramelo hacia titilar una lucecita, para recordarle que esperaba un documento.
Lo magnífico de los violines y las flautas mezclado con el ir y venir de sus ojos sobre los signos de puntuación y las cedillas francesas y la página llamándola y ella ausente despidiendo el domingo.
Por fin,  fue el acto final de la pieza la que la devolvió a su silla y a su mesa y se vio,sin saber como, reflejada en la pantalla grisácea del televisor,
con el pelo recogido en un mar de rizos elevados y sin sonrisa en su rostro.
No le gustó la imagen  proyectada  sobre aquel aparato insolente y aburrido y cambió, aunque estaba a punto de finalizar,  la melodía, sustituyéndola por el Concierto de Violín Número 4 en Do menor. Las nuevas notas desprendieron, con suavidad, las horquillas que sujetaban su pelo y le pusieron una sonrisa a la vez que la invitaron a levantarse de la silla.
Con pasos ágiles la condujeron por la estancia hasta llegar a la ventana. Retiraron la cortina de transparente caramelo y la enredaron en la enredadera, dejando que unas flores de rojo bermellón le hicieran cosquillas en los tobillos.
Con los ojos cerrados pudo ver la luna mientras se balanceaba acunada por las notas.
El vestido invernal que hacía un momento cubría su cuerpo, mudó en telas superpuestas de un rojo violáceo y los nudos que minutos antes ahogaban su garganta cayeron mezclándose con la hojarasca que el viento trajo hasta su puerta.
Liberada de su jaula de pensamientos, dejó que sus oídos se deleitaran con el piano de Liebestraum nº 3 en La menor. Saltando de tecla en tecla, ahora con los pies juntos, ahora dando grandes zancadas,  trataba de interpretar cada estrofa y emular la melodía con su danza.
Coincidiendo con la última nota, la mujer se zambulló exhausta en la última ola de la madrugada.
Para cuando el sueño placentero entró en su cuerpo, el folio estaba lleno de letras que describían música mientras sonaban palabras. Letras que bailaban al son de los sentimientos. Letras que soñaban besos.

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