Traduciendo los sentimientos

miércoles, 19 de marzo de 2014

VOLVER A CASA

Me pidió un poema y yo solo pude darle a cambio mi silencio. Sentada en un sofá tan desgastado como mi piel, miré por la ventana la juventud de los pájaros.
Su vuelo me llevó a mi pueblo,  al lugar donde mi madre guisa mientras yo caliento mis manos a la lumbre.
Ojalá padre llegue pronto y me acoja entre sus brazos hasta la hora de la cena.
El reloj de pared señala una hora que no acierto a ver pero sus manecillas impertinentes me recuerdan que es muy tarde.
Quiero huir del sillón y de los pensamientos que me atan al pasado. Quiero ser ágil y que mi risa suene como antaño.
En un suspiro extenso y cansado, me elevo.
Estoy en el parque de mi infancia. Sentada sobre el columpio de hierro canto una canción que apenas recuerdo y, sin embargo, su letra brota de mis labios sin equívocos.
Ahí estáis,  sois las hojas de ese árbol en flor. Sois las nubes en el azul grisáceo, sois las gotas de esta fina lluvia que me cala.
Ahí estáis, no estéis tristes, que soy de nuevo la niña.
Padre, ven y hazme cosquillas con tu bigote.

Madre, arrúllame en tus brazos y no dejes que me vaya.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si te apetece compartir tus relatos pásate por aquí

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Un saludo

cora dijo...

Gracias. Estuve por allí un tiempo. Luego dejé de ir. No es que no vuelva porque ne he olvidado, es que perdí el camino de regreso.