Ir, volver y en el tiempo intermedio, mientras la vida transcurre al abrigo del brasero, fuera, nieva intensamente. La carretera se hace impracticable y se cierra al tráfico. Lo veo en imágenes a la vez que me llevo a la boca una cucharada de guiso cocinado con amor y manos temblorosas. No parece la misma carretera por la que hace escasas horas pasé. No me preocupa nada. He vuelto a ser niña y coloreo un hada. No es la misma casa, sin embargo, es el mismo calor y la misma sensación de seguridad.
El tiempo expira y vuelvo a ser adulta. Sujeto firmemente el volante y mientras miro un muñeco de nieve, certero testigo del temporal, pienso que la próxima vez que sea niña, arrojaré bolas de nieve sobre el rostro infantil de mis hermanos, rodaremos por el suelo, reiremos, nos abrazaremos y el calor de nuestros corazones hará brotar la hierba por encima de la escarcha.
El tiempo expira y vuelvo a ser adulta. Sujeto firmemente el volante y mientras miro un muñeco de nieve, certero testigo del temporal, pienso que la próxima vez que sea niña, arrojaré bolas de nieve sobre el rostro infantil de mis hermanos, rodaremos por el suelo, reiremos, nos abrazaremos y el calor de nuestros corazones hará brotar la hierba por encima de la escarcha.
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