La pereza no pudo con la vitalidad.
Una flor abrió sus pétalos tan temprano que el sol no tuvo más remedio que salir para mirarla.
La música enmudeció los informativos.
El dolor cayó por un terraplén y nadie fue a socorrerlo.
Las frutas de la nueva temporada expulsaron sin piedad a las del año anterior que aún luchaban por subsistir en las cámaras frigoríficas, alimentándose de polvos conservantes.
Sonrió el hombre sin sonrisa y lo besó la mujer sin labios.
Los perros abandonados se manifestaron pacíficamente por las calles, bajo un cielo de un azul limpísimo, ni siquiera un chemtrail planeó suciedad para la Tierra.
Quizá otro día vuelva la monotonía pero seguro que no es hoy.
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