Traduciendo los sentimientos

domingo, 27 de mayo de 2012

RELOJ DE ARENA



Ven y agítame para ver cómo va resbalando la arena por mi cuerpo. Vuélveme del revés si ves que el último grano de cuarzo va a caer, no dejes que suceda. Te besaré mientras resucitamos en un espasmo de vértigo.
Sellaremos los oídos a las campanadas del reloj de la torre, para confundir los atardeceres con las madrugadas. Construiremos una figura impaciente de caballo de ajedrez para desconcertar al calendario.
No habrá horas que contengan minutos, ni minutos que contengan segundos. No habrá décimas ni fracciones ínfimas de tiempo alguno.
No dejes que ocurra, que nunca caiga el último cuarzo.
Vuélveme del revés y abrázame mientras me acaricias con la música de todos los mundos, gira conmigo y bésame la boca risueña, porque desde que soy tu reloj de arena, tengo cosquillas en el ombligo.

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