Traduciendo los sentimientos

martes, 22 de octubre de 2013

REENCUENTRO

La miró con tanta delicadeza que ella apenas se dio cuenta. Sin embargo, al cabo del tiempo, lo supo. Él conocía cada detalle y cada gesto de su rostro. Sabía de cada pliegue y de cada minúscula mancha en su piel,  del tamaño de su cintura y del de sus manos. Sabía cuánto tenía que abrir los brazos para rodear sus caderas y como de pequeños eran sus pies. Sabía incluso de sus heridas, de sus miedos e inquietudes sin que ella, aún,  se las hubiese mostrado explícitamente. Sabía que, para recuperar la paz que un día perdiera, sería  infinito el número de besos que debía darle cuando aquella mañana se posó justo a su lado con las alas rotas. Sabía además que no fue casualidad pues él también la esperaba.
Todo esto lo supo ella después.

En el instante en que este prodigio ocurrió, no podía hacer otra cosa que no fuera dejarse acariciar por su voz cálida. Lo había echado tanto de menos.

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