Traduciendo los sentimientos

lunes, 31 de enero de 2011

La música del alma

Esto era una vez una chica que se encontró con un amigo en un recodo del camino. Él la saludó efusivamente porque aunque se veían a menudo siempre se alegraban de verse.
- ¿Cómo te va? - le preguntó- ¿qué haces ahí tan detenida?
- Sólo mirar el paisaje- le dijo ella- que es precioso en estos días de invierno, con la nieve en las copas de los árboles y el sol inundando la tierra. Mira como el vapor de agua se eleva de las laderas, parece un paisaje de cuento, pensaba en que podía haber traído la cámara y hacer unas fotos. ¿y tu que haces?
Antes de que él contestara y sabiendo de sus recientes planes para el futuro, se adelantó a lo que él pudiera decirle y comenzó este cuento:
Seguro que estás preparando clases... ¿de guitarra? ¡ah que buena idea! eso es lo que deberias hacer, abrir horizontes en el campo de la música que te iba a dar muchas satisfacciones ¿no crees?fíjate qué buen profe de guitarra harías con tus punteos sobre las cuerdas : ñigñig ... ñigñig...
afina esa guitarra chiquillo que han salido los sapos a ver si era una rana nueva en el charco, han asomado los ojos saltones y mirado de un lado a otro haciendo circulos con sus ojos ¡nada por aqui nada por allá! y se han zambullido de nuevo, pero uno de ellos que es muy docto en temas musicales, uno que ha comprendido que no era una hermosa hembra de su especie, se ha quedado sobre una hoja verde y blanca y está con la oreja puesta a ver si se repite el soniquete. Cuando has vuelto a tocar ha arqueado las cejas y estirado su grueso cuello tratando de averiguar de dónde viene el sonido y por fin te ha visto a través de los juncos que componen su paisaje, ahí, a lo lejos sentado bajo un árbol, con la camisa blanca y los vaqueros, muy peinadito y con la guitarra sobre tu regazo, a tu alrededor ha observado con curiosidad a todos los aprendices de músico que te rodeaban:
Un canario flauta, un jilguero de alas vestigiales, un saltamontes del color de las aceitunas, una hormiga cabezona y una abeja reina.Todos estaban entusiasmados sabiendo que en tu parte del bosque habría clases de solfeo y guitarra.
Al sapo Le ha llamado tanto la atención lo variopinto de tus pupilos que se ha quedado a escuchar para saber qué motivos les han conducido hasta ti, lo que él no sabía es que tú estabas igual de impresionado.
Cuando has llegado, a las siete en punto, como les había anunciado, esperabas encontrar otro tipo de público, uno más... no sé... más parecido a ti, con dos patas y dos brazos, público que caminase erguido a ser posible del género femenino, con pestañas espesas y pechos turgentes, así que cuando has visto a estos animalitos tan escuálidos, al principio te han dado ganas de irte pero como eres una persona formal y responsable, te has quedado de pie y ellos ansiosos te han rodeado, entonces tú ha establecido el diálogo o más bien el interrogatorio.
-¿Por que habéis venido?
La abeja reina ha roto el silencio diciendo: tengo una corte de zánganos que siempre están dispuestos a hacer lo que yo les diga, un desfile de obreras que tienen tanto trabajo que nunca saben como divertirse así que en mi colmena nunca hay música y se lo he reprochado, ellos que saben que no me pueden llevar la contraria han agachado la cabeza entristecidos por no poder complacerme, entonces mi vida ha pasado por delante de mi en un segundo y me he dado cuenta de que nunca he hecho nada por ellos asi que me he dicho, aprenderé a tocar y así podré amenizar las tardes de trabajo y hacer que el amor se acompañe de la música.
El canario flauta, al hilo de la abeja ha explicado: yo sólo se hacer un tipo de sonido y estoy harto de ese mote, "canario flauta" "canario flauta", si la flauta ya la tocan hasta los niños en la escuela, los malos y los buenos, tendré que especializarme en algo más para que el mote se diluya en el tiempo y a mis hijos les reconozcan sus aptitudes musicales. Tú me enseñarás a mi y yo a mis hijos y nietos.
El jilguero de alas vestigiales siguió: soy muy desdichado porque no puedo volar con lo cual siempre tengo que estar en la misma rama o en las adyacentes a corta distancia de mi nido, mientras mis hermanos salían a cazar gusanos yo tenía que quedarme quieto y escondido, sin ser útil a nadie, ahora que ya tengo una familia, mi señora se tiene que encargar de buscar las ramas para el nido y traer comida a nuestros polluelos, el otro dia hablábamos ella y yo y le dije lo mal que me sentía por ser tan inútil, ella me dijo que yo era su amor y el que ponía la música en su vida y yo me entristecí más al pensar que ni siquiera canto bien. Es por eso que he venido a aprender para que ahora me diga que soy la música de su vida con mas razón que nunca, para que tenga siempre un motivo para quererme y para enseñar a mis hijos a comprender la vida al compás de las notas musicales.
La hormiga cabezona que esperaba impaciente dijo: a mi lo que me ocurre es que como tengo la cabeza tan gorda y tan descompensada con respecto al cuerpo, me estoy siempre cayendo para adelante y tantos golpes me doy que estoy perdiendo el sentido del equilibrio, cuando vi por primera vez una guitarra pensé que si tengo una, haciendo algunas prácticas lograré establecer una comunión entre cuerpo y cabeza, hasta ahora no vi el momento oportuno de tenerla porque a pesar de ser cabezona soy razonable y coherente y me preguntaba ¿y de qué me sirve una guitarra si no se tocarla? seré el hazme reir del hormiguero con la guitarra inutilizada sobre mi pecho, por eso, cuando he visto que ibas a dar clases he pensado que este es mi momento y aquí estoy para lograr el equilibrio y para hacerme más sensible, porque me dicen que soy tan cabezona que nunca escucho los corazones y que la música es buena para aunar mente y alma ¡ese es mi motivo!
Pues yo, dijo el saltamontes color aceituna, en realidad no había visto el cartel, ni me había enterado de que dabas clases ni nada de eso, pero vengo de otro hábitat y me encuentro solo, he llegado hasta aquí transportado por el viento, mis compañeros y yo fuimos sacudidos por una fuerte tormenta y en la camino nos hemos ido separando por esas cosas que tiene la vida, he aterrizado en esta parte del bosque y me ha gustado su sonido y su luz, he escuchado que pasas todas las mañanas para ir a trabajar y que luego vuelves para comer, que no te gustan las lentejas y que cuando llegas a tu casa deseas que la comida esté lista porque si no, te pones nervioso, pero que luego te arrepientes de ser así y te disculpas con tu madre. He escuchado que pasas muchas horas solo caminando por los bosques, que te gusta la música bluesera y las trilogias de caballeros de la tabla redonda, que no tienes un castillo ni lo quieres tener pero que te encantaria saber como colocaron una a una sus piedras, que a veces estás melancólico porque llevas en tu corazón heridas de otros tiempos pero que a pesar de todo esperas que la vida te regale una ráfaga de aire fresco un día, sin pensar, al doblar una esquina.
Yo he doblado la esquina porque venía en esa ráfaga de viento y me he encotrando este paisaje y te he encontrado a ti, y creo que aprenda música o no, nos vamos a llevar muy bien.
Después de estos razonamientos iluminados por la sabiduria del alma de los que considerabas sin ella, te has quedado tan perplejo y encantado que ya no deseas, por nada del mundo, cambiar estos alumnos por otros de rasgos caucásicos ni siquiera de curvas caucásicas, al menos, no en este bosque, no en estas clases.
Después de ver tu cara de perplejidad y satisfacción, el sapo sensible a la música ha abandonado por unos instantes su medio semiacuático para ir a saludarte, sus ojos se han movido en un gesto aprobatorio y ha preguntado ¿podría yo asistir también a tus clases?
Tú, después de todo lo escuchado, ni siquiera le has preguntado el motivo, has asentido con la cabeza y te has puesto a tocar una de tus piezas favoritas.
Tu parte del bosque ha sonado distinta esta tarde y los ecos de la música han llegado hasta zonas inusitadas, los árboles se han danzado con el viento y todos los animalitos grandes y pequeños han festejado la alegría de vivir.
-Sin palabras-ha dicho el chico a su amiga- me has dejado sin palabras, por tu desbordante imaginación.
-Es un regalo para ti, en esta tarde de lunes- ha dicho ella sonriente,luego ha proseguido su camino.

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