Traduciendo los sentimientos

domingo, 9 de octubre de 2011

ANTES DE DORMIR

Antes de irse a dormir ella cogía una silla de color rosa tipo sillón pero en miniatura y se la llevaba al cuarto de ellos para escuchar el último cuento del día, a veces se revelaba y quería que fuesen ellos dos los que se desplazasen hasta su cuarto, después de mucho tira y afloja consentía, pudiendo entonces comenzar la narración. Antes de eso ya habían jugado lo suyo sentados sobre aquel trozo de tela gigante que aún vive conmigo. Los click de famobil y los pin y pon, los potatos y los coches, el elefante sonoro y el hipopótamo de Dodot, los tapones de colores de los frascos de gel y champú, los pequeños pony de cola rosa-azulada, las cazuelitas, las muñecas, los animales de todo a cien, las canicas, las chapas y los cromos. Con todo querían jugar y a veces con nada jugaban. Durante un tiempo recogía una partida de ellos y al cabo de un mes sacaba la bolsa como si del día de Reyes se tratase ¡qué algarabía! ¡qué derroche de interés por lo que de pronto recobraba la novedad del primer día!
Después del cuento me obsequiaban con un beso y una frase, la misma que ahora pronuncio cada noche evocando sus rostros dormidos: TE QUIERO MUCHO Y ME VOY A DORMIR YA.

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