Traduciendo los sentimientos

miércoles, 10 de abril de 2013

CASTILLOS EN EL AIRE


Lo malo es que siempre quiso ser un caballero, pero no uno de su tiempo, lo que quería era ser uno de armadura en pecho y a ser posible, de lanza y equino.  Llevaba tan dentro el sentimiento que se convirtió en la persona más solitaria de su entorno.
De haber tenido la ocasión, habría lanzado una bala incendiada contra el adversario desconocido, desde aquel  castillo semiderruido al que se empeñaba en subir cada día por el lado más abrupto de la ladera.
Un día en que su vida le pareció un sinsentido,  cansado ya de hacer esfuerzos,  decidió bajar por el camino más fácil y en el trayecto se cruzó con unos ojos inmensos, en un rostro armonioso.  Pensó que sería bonito gozar del descanso del guerrero al lado de tan agraciada dama.
Hizo un intento de acercarse pero la mujer pasó de largo ignorándolo por completo.
Ella subía cada día para ver si desde la atalaya de aquel ruinoso castillo, divisaba al príncipe que siempre creyó merecer.

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