Había una mirada en tus ojos de... súplica...¡esa es la palabra!
Tú que crees que tengo la llave de la felicidad, querías quizá tomarla entre tus manos por un momento y abrir esa puerta que ves ahora cerrada.
Te diré pequeña amiga que no hay secretos, ni llaves que con su brillo puedan destruir los muros que a veces obstaculizan nuestro avance. Te diré desde la experiencia que me dan los años y no otra cosa, que nada es blanco, ni negro, que todo está envuelto en color y que son tus ojos, los de hoy, los que arrojaron esas dos palabras porque así lo ves ahora.
Déjate cautivar por la luz y sumérgete en la profundidad de tu corazón, detente un rato a escucharlo. Olvídate por un momento de los otros, olvídate también de él y piensa solo en qué no quieres en tu vida, luego, hazte amiga de la paciencia y camina.
La respuesta vendrá sola. Estará bien que te pongas tus mejores galas para recibirla.
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