Traduciendo los sentimientos

lunes, 26 de noviembre de 2012

ESCUCHA CON EL CORAZÓN

No le interesaba nada de aquella conversación asi que abandonó la sala y fue a un lugar en el que estar sola.
Después de un rato de silencio sintió que echaba en falta un poco de bullicio, alguna cara conocida. Sacó su agenda llena de nombres escritos en distintos tiempos de su vida y a cada nombre le puso cara.
Los años pasan pero las personas no cambian, le habían dicho siempre, sin embargo, ella si había cambiado. Se había vuelto más silenciosa, más razonable y menos impulsiva. Las dos primeras cosas le gustaban pero la tercera no le acababa de convencer porque era casi una imposición. En un momento de su vida sintió que para algunas personas ser impulsiva era sinónimo de ser ligera y en muchas ocasiones confundieron los términos y las intenciones.
Sin embargo, seguía intacta en ella la impotencia y la rabia que se acumulaba en su interior cuando detectaba en su entorno a alguna persona sorda de corazón, esas que no se enteran de nada de lo que ocurre a su alrededor, las que están al tanto de las noticias más recientes y siguen las corrientes filosóficas más innovadoras, las que conocen el nombre de los miembros del gobierno, aunque este acabe de instalarse en el poder, las que pueden repetir detalladamente incontables cifras, las que entienden del mundo financiero  y conocen cuánto ha costado el último proyecto espacial, esas que pueden aportar datos históricos e ilustrar con detalle cualquier batalla y sin embargo, desconocen lo que ocurre en su entorno más cercano, en qué curso están sus hijos, que música les gusta, quiénes son sus amigos o por qué motivo le hablan cada vez menos. Desconocen si aportan felicidad a su pareja o si ella preferiría hacer su vida en solitario. Por no saber, no saben si su vida es algo más, que la representación escénica de lo que un día urdió y cuadriculó su mente.
Cerró la agenda después de tachar un nombre y un número de teléfono. En eso también había cambiado, se había vuelto más selectiva y no quería sordos de corazón en su vida.

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