Traduciendo los sentimientos

viernes, 9 de noviembre de 2012

A MIS BACHILLERES

Cuando era pequeña me costaba concentrarme en los libros. Me costaba enterarme de lo que leía y a veces, muchas veces, a la hora de contestar un examen me salía por la tangente.
Cómo imaginar que la vida me llevaría a estar todo el día con los libros sobre la mesa. Ahora hasta me resulta fácil leer un párrafo e interpretar qué quiere decir. Es cierto que sigo siendo muy lenta para algunas cosas pero a fuerza de leer, leer y leer para poder transmitir, estoy aprendiendo muchas cosas, incluidos los métodos de estudio.
Hoy llegaron a mi aula unos alumnos. Acababan de hacer un examen y los ojos de algunas chicas estaban enrojecidos por el llanto. No lloraban de pena, lo hacían por rabia, por estudiar horas y horas y  que eso no les de los frutos que esperan recoger. 
¡Ay! me digo y viene a mi mente mi época de estudiante. 
Mis padres, sobre todo mi madre, son testigos de las infinitas horas que pasaba delante de los libros leyendo y releyendo el mismo párrafo, porque mientras lo leía no me concentraba en su lectura sino que pensaba en lo que llenaba mi vida, en qué haríamos cuando saliéramos en pandilla, en ese chico que me gustaba, en lo que me pondría para salir, en adelgazar un poco, en sentirme guapa...
 Imposible avanzar en el estudio cuando todo lo que se me venía a la cabeza era mucho más importante que aquellos folios que hablaban de Kant o de la Guerra de la Independencia, de las rosa- rosae de no sé qué jardín, de las derivadas y los logaritmos, del Español en América, de cómo se forman las rocas magmáticas y de muchas otras cosas que iban subiendo de nivel a medida que yo pensaba en cómo celebrar la fiesta de mi próximo cumpleaños.
 La sistemática bacteriana, las características de las Crucíferas, el calor específico del hierro, la ley de Ohm, la Drosophila melanogaster, el Sistema Apud, la actina y la miosina, el principio de Estratigrafía, la serie de Bowen, la enzima Rubisco, el telson y el trocánter, las Natural Killer...
Tantas y tantas cosas que al final, después de muchas constancia y optimismo conseguí algo importante:
Sentarme delante de unos apuntes, examinar los gráficos de un libro, entenderlos y a veces, hasta sacar conclusiones interesantes.

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