Traduciendo los sentimientos

domingo, 4 de noviembre de 2012

SIETE PROVINCIAS

Es increíble, pero en siete horas, he pisado suelo de siete provincias, de tres comunidades distintas y todo, acomodada en mi "polito" blanco.
Me gustan tan poco los coches que puedo ver cientos de veces el mismo y al final no saber el color exacto ni la marca. Es más, puedo reconocer el coche de una persona con la que tengo un contacto estrecho y después ver otro de la igual marca y no darme cuenta de que es el mismo.
Por motivos de trabajo un día decidí acercarme a la autoescuela y me lo tomé, muy pero que muy en serio. Pensaba, antes de hacer las prácticas, mientras estudiaba la teoría que nunca podría soportar estar dentro de un vehículo atravesando carreteras. Me imaginaba que sería como un picapiedra que acabaría sacando los pies por abajo para frenar en seco. Creía firmemente que a la primera de cambio y ante algún atasco imposible me bajaría del auto dejándolo en medio de un cruce de grandes avenidas, sofocada e infeliz.
Todo cambió de color cuando aprendí a poner los pies sobre los pedales y de forma mecánica mi encéfalo empezó a integrar las ordenes y las acompañó con el baile de pies.
Tengo que reconocer que mis primeros días de conducción fueron de un estrés absoluto y cuando terminaba el trayecto, al bajar del coche, se ponía de manifiesto ese setenta por ciento de agua que somos y casi podía escurrir mi ropa.
Ah, donde quedaron esos tiempos de terror y de incertidumbre ante el volante.
Le he encontrado el lado positivo y el miedo, que no el respeto, se ha volatilizado
Poder recorrer caminos para reencontrarme con los seres que amo. No conozco otra forma mejor para desplazarme.
Qué si, que el transporte público está genial pero ¿qué transporte público está aparcado a la puerta de tu casa?¿En qué transporte público puedes ir cargando el equipaje con tranquilidad y sin empujones?¿Cuál te permite parar en el medio de un precioso paraje sin prisas?
Gracias a mi coche me rodeé de los míos estos días... y ha sido como si el tiempo no hubiese pasado porque en realidad el tiempo del corazón nunca pasa y todos las vivencias que han hecho crecer el amor siguen intactas. Cuando una mirada lo expresa todo y en un abrazo se puede sentir el dolor y la risa del ser que amas, el tiempo se esfuma y quedan solamente las almas entrelazadas, danzando en armonía.

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